jueves, 17 de mayo de 2018

Paula Vázquez: “La pulsión de escribir está vinculada a una indagación sobre mi mundo interno”





La escritora Paula Vázquez publicó el libro de cuentos La suerte de las mujeres a través de Añosluz Editora y habló con Entre Vidas acerca de dicha publicación que obtuvo un premio del Fondo Nacional de las Artes en 2016 y de sus próximos proyectos entre los que se encuentra la corrección de un poemario llamado La brújula sumergida.


¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Tantos que no sé si por lo numerosos dejan de calificar como “rituales”. Escribo en una libreta que siempre llevo en la cartera. Escribo en las notas del celular. Escribo en los márgenes de los libros, de cualquier libro que esté leyendo, con lápiz negro, con birome bic azul, sin límites ceremonias ni respeto por más hermosa que sea la edición. Me despierto en medio de la noche y escribo recortes de sueños en el soporte que tenga más a mano. Soy capaz de interrumpir una conversación para anotar una frase que escuché al pasar o que dijo mi –pobre, padeciente- interlocutor. Me gusta mucho escribir cosas que escucho por la calle, en el supermercado, en reuniones con clientes… todo puede servir.

¿Con qué frecuencia escribís?
Todos los días. No siempre con una forma o un objetivo determinado. Después el proceso de escribir un cuento, un poema, es distinto. Necesito hacerme tiempo y espacio para unir todo y componer algo que tenga la forma de un poema, un cuento o lo que sea.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Crecí en una casa en la que no había biblioteca. A los ocho años la Navidad me dejó un Pequeño Larousse Ilustrado de tapa roja, con el que cada noche “jugaba”, y que aún conservo en mi biblioteca. El primer recuerdo que tengo del contacto con la literatura es de un vendedor de colecciones de literatura infantil que pasaba todos los meses, tocaba el timbre en mi casa, dejaba un catálogo, yo elegía y mis padres, por suerte, accedían a comprarme lo que yo les pedía. Después, en el colegio, a través de alguna profesora de literatura, Borges, Cortazar, esas cosas. Y más tarde, a los catorce empecé en el Centro Cultural Rojas el taller literario de Diego Paszkowski, y seguí en los grupos en su casa. Ahí descubrí a Carver, Don DeLillo, Papini, Pennac, Saer, Auster, muchos. Gonzalez Tuñón, Idea Vilariño, también, aunque no leíamos mucho poesía. Y también descubrí la escritura como proceso colectivo y aprendí mucho de mis compañeros y compañeras.

¿Por qué decidiste que tu libro de cuentos se llamara La suerte de las mujeres?
Así se llamaba un ejercicio breve que estaba incluido en la versión original del libro, pero que desentonaba con el resto de los cuentos. Cuando, junto a mis editores (AñosLuz), decidimos sacarlo de la selección final apareció medio evidente que ese tenía que ser el título del libro. Creo que ese título tiene la virtud de zurcir un significante o la dirección que tiene el libro.

¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro?
El libro ganó un premio del Fondo Nacional de las Artes en 2016. A esa primera selección, que trabajé en el taller de obra con Hernán Vanoli, se agregó un cuento nuevo que escribí en 2016 pero que está muy pegado al tono del libro: “Tulipanes”.

¿Cuál es tu cuento preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Tengo dos cuentos preferidos. “Los pescadores”, porque la infancia y la amistad en el tránsito de niñas a mujeres es algo que me atrae como objeto de indagación y “Un hombre en la ventana”.

¿De qué temas se nutre tu escritura?
La pulsión de escribir está vinculada a una indagación sobre mi mundo interno. Así que va siempre un poco de la mano de lo que me esté atravesando en ese momento. No quiere decir que me identifique con una “literatura del yo” o con lo autobiográfico. Es más la búsqueda del momento en que la voz propia se vuelve extraña. Un poco como la técnica de la asociación libre. Escribo para ver si puedo hacerme decir lo que de otro modo no soy capaz de decir.

¿Qué libros o autores recomendarías?
Nocturnos, de Idea Vilariño. Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri. Las chicas, de Emma Cline. Nuestro mundo muerto, de Liliana Colanzi. A propósito de las mujeres, de Natalia Ginzburg. Cualquier cosa, así sea un apunte al pasar o un video en youtube, de Clarice Lispector. La materia de este mundo, de Sharon Olds. Todos los cuentos de Lydia Davis. O de Flannery O´Connor. O de Amy Hempel. Trilce, de Vallejo. En picado, de Nick Hornby. Nicanor Parra, cualquier cosa. La invención de Morel, de Bioy Casares. Todo Andrés Rivera. No tengo una aproximación formal a la literatura así que la selección es bastante caprichosa.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con Añosluz Editora?
Me contactaron porque a través de alguna red social se enteraron de que el libro había ganado el premio del Fondo. Yo venía de una experiencia fallida con una editorial grande y en dos minutos sentí que AñosLuz era un espacio hermoso y comprometido con sacar un buen producto. Cuando me mandaron la foto de tapa confirmé que todo lo que yo quería que fuera el libro estaba representado en el amor que le pusieron a la edición.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Tengo unos seis o siete cuentos terminados, que podrían ser un nuevo libro, pero que aún siento muy pegados al tono de “La suerte de las mujeres”. Así que me quiero tomar un tiempo para probar y pensar a conciencia qué quiero escribir. En el medio me reencontré con la poesía. Estoy terminando de corregir un poemario que se llama “La brújula sumergida”.



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