lunes, 12 de marzo de 2018

Lorena Suez: “Mis Vendavales es la historia de una nena que atraviesa una situación familiar que la perturba”






La escritora Lorena Suez habló con Entre Vidas acerca de su flamante novela infantil Mis vendavales que saldrá a través de la editorial Peces de Ciudad. Ademas, la autora publicó el libro Intemperie con Viajera Editora y su relato Desde el Mandarino en la antología Tetas, historias de pecho, editada por Textos intrusos.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Con el paso del tiempo dejé de tener rituales, al menos algunos. Ahora necesito más voluntad y determinación que ceremonia.  También depende de lo que esté escribiendo, con la poesía se impone el ritual de responder a una imagen y escribirla urgente, es muy valioso lo que se pierde si no lo llevo a cabo. En narrativa, aprovechar el tiempo es una obligación que no siempre sostengo.
En cualquier caso, lo ritual en mí tiene que ver con acomodarme mentalmente a la situación de escritura. Una actitud interna, una mirada sobre las ideas que solo aparece cuando escribo y lo disfruto. Sin esa actitud no escribo nada apreciable.

¿Con qué frecuencia escribís?
Tengo que asumir que perdí la frecuencia en la escritura. Tiene que ver con las ocupaciones que fui sumando, y con un espacio no solo físico sino también mental. Escribo cuando me lo permito, y últimamente me permito poco. 

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
En realidad la poesía surgió sin que me lo propusiera. Se me impuso y la dejé hacerlo. Escribía prosa y empecé a jugar con los espacios, los silencios, los recursos. Fue sorprendente ver cuánto creció todo. Así empecé a amar no solo a la poesía sino a las palabras que pronunciaba, que elegía. Y en una vuelta mágica y poética empecé a amarme a mí cuando escribía poesía.
Le debo mucho a este género. Para mí está muy vinculado a lo más interno e inexpresable que persiste, escribir poesía es un acto íntimo gracias al cual vivo momentos brillantes y solitarios. La visión, el proceso creativo, las imágenes, la escritura, la relectura, la voz, son todas cosas de un mundo intangible al que a veces puedo acceder con cuidado y devoción.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en tu libro Intemperie?
El libro se fue autodefiniendo, armando y diseñando solo. Lo que dejamos afuera fue más por resonancia intuitiva que por un proceso deliberado de escribir sobre tal o cual tema. Estaba todo, había que buscar afinidades.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Es una visión que atraviesa gran parte del libro y se asocia no solo a una descripción física de un espacio al aire libre, expuesto, sino a una noción temporal y personal sobre los ritmos y los procesos que viven en estado de intemperancia.

¿De qué temas se nutre tu poesía?
De imágenes, de vacío, de tristeza, y también de amor. De lo indecible de la naturaleza, de lo perfecto, del dolor que, gracias a la poesía, puede nombrarse.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
No puedo elegir uno. En cada serie tengo mis preferidos. Los lectores destacan bicho, hay un árbol, garra, yo te esperaba, hace meses que reformo mi casa, nunca.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con Viajera Editorial?
Hace unos años quise empezar un taller literario. En la primera entrevista me pidieron que llevara el material que tuviera escrito. En ese compendio caótico y exaltado estaba casi todo Intemperie. El resto del camino fue con Virginia Janza, mi editora. Gracias a ella conocí la belleza de trabajar y retrabajar un texto hasta que reluzca.

También, formás parte de la antología Tetas, historias de pecho, publicada por Textos intrusos. ¿Cómo te llegó la propuesta?  ¿Qué podés contar de tu relato Desde el Mandarino?
La propuesta, que me llegó a través de Virginia Janza, era escribir sobre Tetas. Surgió un relato que me gusta mucho. Recuerdo empezar a escribirlo mientras manejaba mi auto por el barrio, a pocas cuadras de casa.  Hay una mujer en su auto, un mandarino rebosante y las tetas. Hay deseo, voracidad. El resto hay que leerlo.

¿Qué podés adelantar de tu novela infantil Mis vendavales, que saldrá este año por la editorial Peces de Ciudad?
Que también, como en la poesía, el lenguaje me fue descubriendo a mí. La idea del libro pronto a publicarse no deja de sorprenderme. Nunca me había propuesto escribir literatura infantil y debo agradecer a Angie Pagnotta por pensar en mi texto y convocarme para publicar en Peces de Ciudad.
Mis Vendavales es la historia de una nena que atraviesa una situación familiar que la perturba. Una nena con un mundo interior frondoso, rodeada de seres reales e imaginarios que la acompañan durante unos días de su vida entre la tristeza, los miedos, las pesadillas y el amor.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Crecí leyendo novela. La poesía o el modo de decir poético me llegó más tarde. Podría decir que amo leer a Nicole Krauss, Marosa Di Giorgo, Alfonsina Storni, Clarice Lispector, Pessoa, Miguel Hernández, Baricco, Virginia Woolf, Mercedes Roffé.
Viajera, la editorial de Karina Macció, publica a autores increíbles. Amoratada de Karina Macció es supremo, Fragmentos del Fin de Eugenia Coiro, Lado Géminis de Virginia ambos imprescindibles. 

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Trabajo, sin frecuencia ni ritual, sobre un texto de ciencia ficción, sobre algún relato infantil y otros tantos relacionados a una labor psicosocial que realizo sobre un equipo de médicos y sus enfermos terminales. 



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