domingo, 14 de mayo de 2017

Martín Sancia: “Creo que todo premio es injusto, así que no puedo más que agradecer que alguna vez una injusticia me favorezca”



PH Ale Meter

El escritor Martín Sancia obtuvo el prestigioso Primer Premio Sigmar de Literatura Infantil y Juvenil 2017 con su novela Todas las sombras son mías, otorgado por la editorial Sigmar. Además de dicho libro, acaba de publicar la novela Shunga con Evaristo Editorial. El autor habló con Entre vidas acerca de ambas novelas y de sus nuevos proyectos entre los que se destacan dos libros que podrían ser publicados antes de fin de año en Bolivia.


¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
Ningún ritual. Necesito, eso sí, que esté la televisión encendida. El silencio me juega en contra a la hora de pensar. Me aturde.

¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo siempre que puedo, casi todos los días.

¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
El primero fue Alejandro Dolina. A los doce o trece años empecé a escuchar su programa de radio, Demasiado tarde para lágrimas, y al poco tiempo empecé a leer con voracidad. El segundo, Borges; durante un año solo leí sus libros (incluidas sus obras como antólogo). El tercero, Onetti. Lo admiré tanto, me volvió tan loco que quise ser alcohólico como él (pero fracasé).

¿Qué fue lo primero que escribiste?
Un cuento que se llamaba “Águeda”. Lo perdí. Ni siquiera llegué a pasarlo a la pc; quedó escrito a máquina un tiempo, hasta que desapareció.

¿Cuál fue la imagen disparadora de tu libro “Todas las sombras son mías”?
Una chica huele una flor y luego estornuda de un modo tan violento que su cara se desprende, sale volando, y la chica queda en carne viva. Así empezó la novela en mí.

¿Cómo fue el proceso de escritura de la novela?
Fue un proceso enloquecido y roñoso. Porque, desde que escribí la primera frase ya no pude parar. Me pedí la semana en el laburo y le di casi sin respiro, todo el día, toda la noche. Como mi mujer viajó a Salto a visitar a su familia, ni siquiera perdí tiempo en bañarme. Cuando ella regresó, a los tres días, me encontró con la misma ropa que cuando se había ido, bajo una nube de moscas, entre mis tres gatos (los tengo muy cerca cuando escribo) pero feliz porque había terminado la novela.

¿Qué sentiste cuándo te notificaron que con la novela habías ganado el Primer Premio Sigmar de Literatura Infantil y Juvenil 2017?
Alegría y agradecimiento. Creo que todo premio es injusto, así que no puedo más que agradecer que alguna vez una injusticia me favorezca.

¿Cómo fue la experiencia de publicar nuevamente con la editorial Sigmar?
Trabajar con Silvia Portorrico y Lorena Sinso es para mí un placer. Le agradezco a Silvia que me haya ayudado a sacarme de encima algunos vicios propios de quien jamás fue a un taller. Me formé a tarascones, casi a ciegas, tropezando  mucho, por eso agradezco siempre sus consejos.

¿Cómo se dio tu llegada a la editorial?
En el 2014 mi novela “Los poseídos de Luna Picante” obtuvo el Segundo Puesto en el Concurso de la Editorial.

¿A qué le atribuís que tantos escritores estén volcándose a publicar literatura juvenil.
No sé, no tengo idea. Suele decirse que el autor infantil, a diferencia del autor para adultos, puede vivir de sus libros. No es mi caso ni, tampoco, el caso de los autores infantiles que conozco. Es arduo escribir para chicos, y aún más arduo llegar a publicar. En mi caso, escribir para chicos es una necesidad. Si escribiera solo para adultos me sentiría a medias.

¿Qué podés adelantar de tu nueva novela Shunga?
El punto de partida es el siguiente: Oriko, la esposa de Kotaro, muere. Él, que no puede llorar,  decide contratar a tres actrices, las hermanas Izumi, para que vivan en su casa y lloren sin descanso la muerte de su amada, turnándose para que puedan descansar. Mientras ellas lloren podrán vagar por toda la casa. Ninguna habitación les estará vedada. Serán, mientras estén llorando, las dueñas de la casa.  
Aclaro qué significa shunga. Los shunga (“imágenes de primavera”) son xilografías realizadas por artistas japoneses (menciono algunos: Kitagawa Utamaro, Suzuki Haronobu, Utagawa Kuniyoshi), estampas del mundo del placer en donde el sexo aparece representado de modo explícito.  El apogeo de los shunga tuvo lugar durante el período Edo (1603-1868).

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar con Evaristo Editorial?
Fue fortuita. El año pasado estuve leyendo un cuento en La noche de las librerías. Damián  Vives, que también participó del evento, me dijo que le había gustado mucho mi cuento y que le gustaría editar algo mío. A Damián lo conocía, lo había cruzado miles de veces, lo había escuchado en charlas, pero no me acercaba a hablarle porque me intimidaba. Tanto me intimidaba que no me animé a enviarle nada. Tres meses después, nos cruzamos no recuerdo dónde y  me preguntó: ¿Y? Le envié, entonces, Shunga, y al mes  nos sentamos a hablar. Me dijo que él y los otros integrantes de la editorial (Roxana Artal, Marco  Zanger y Rodrigo De Echeandía) querían  editarla y  que harían lo posible para que la novela saliera para la Feria del Libro del 2017 con tres tapas que contuvieran ilustraciones shunga originales, realizadas por  Japo Yamasato. Y así fue: la novela salió para la Feria y con tres tapas bellísimas, que no me canso de mirar. Japo Yamasato es realmente genial.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy con una novela juvenil y un libro de cuentos infantiles (con enigmas detectivescos) que posiblemente salgan editados  antes de fin de año en Bolivia. Los escribí hace muchos años, así que los estoy revisando.  Estoy muy contento con eso.




No hay comentarios:

Publicar un comentario