martes, 28 de marzo de 2017

Jada Sirkin: “Me gusta dejar que las cosas se me escapen, que narrar sea más un intento que un logro”




El escritor Jada Sirkin habló con Entre vidas acerca de su flamante libro Todos queremos: relatos, publicado por la editorial Peces de Ciudad, que ya va por la tercera edición. El autor hizo una clínica de escritura con Romina Paula y Cynthia Edul en el que fue escribiendo casi todos los textos que aparecen en el libro. Además, contó que está escribiendo un guión de un largometraje con un amigo actor y preparando un nuevo libro para que sea publicado el año que viene.





¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
En una época escribía de noche. Después, para desarrollar el primer boceto de una novela, me puse un horario matinal. Y lo cumplí, cada día, durante el verano, me senté a la misma hora. Y parecía que el mundo sabía que a esa hora estaba todo dado para la escritura. A partir de ahí, creo, empecé a gustar más de las mañanas. Ahora, en la medida de lo posible, intento escribir como primera cosa del día, antes de enchufar las redes y el teléfono y todas esas cosas. Cuando le dedico los primeros ratos de vigilia a mis ficciones, después el día parece quedar acomodado, o yo me siento listo para encontrarme con el día. Algo así. Escribo muchos relatos a la vez, incluyendo teatro y guiones para cine, y tengo la impresión de que esos mundos que se están tejiendo piden mi atención. También, como si fueran criaturas inteligentes, los textos saben pedirme distancia. Necesito un tiempo, dicen los personajes y las situaciones. Y entonces me retiro y espero. Y vuelvo después de un tiempo a asomarme, y todo se ve diferente. Tengo una mesa plegable sobre la que apoyo el mate. Nada de líquidos cerca del teclado. Los gatos se acercan para pedir que los toque. Después duermen y es hermoso escribir mientras los gatos duermen cerca. También llevo un diario de escritura. Ahí voy volcando descubrimientos, dificultades, preguntas, ideas, y los relatos van dialogando con el registro de su proceso de escritura. Para mí eso es tremendamente valioso, me recuerda que la escritura es una suerte de investigación policial, un viaje de descubrimiento.

¿Con qué frecuencia escribís?
Tiendo hacia: todos los días. Pero es una tendencia, no escribo todos los días. Aunque de alguna manera sí, porque escribir no es sólo sentarse en la computadora. Las ficciones en proceso están siempre abiertas. Hay períodos. Los relatos mismos definen sus necesidades y sus tiempos de cocción. Y mi vida no sólo es la escritura así que hay momentos en que la atención se va para otros lados. A veces escribo veinte minutos y es un montón. A veces escribo horas de corrido. Siempre llevo el cuaderno encima, a la primera de cambio saco la espada y anoto, cosas que veo o escucho en la calle, registro detalles que después se entrometen en las ficciones en las que ando nadando.

¿Cómo fue el proceso de selección de los relatos que aparecen en tu libro “Todos queremos: relatos”?
En 2015 hice una clínica de escritura con Romina Paula y Cynthia Edul y fui escribiendo los textos durante el año. Después que terminó el taller escribí un cuento más y lo incluí, se sentía parte de ese compendio, y también puente hacia cosas nuevas. Chispa, se llama ese cuento. Creo que de esa serie de relatos sólo quedó afuera uno. O sea que no hubo tanto una selección, mientras escribía ya sentía que estaba armando algo, un libro. Y las profes y el grupo alentaban un montón y eso me daba energía para el laburo.

¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Todos queremos es una línea de diálogo de un personaje en uno de los cuentos. Al principio ese cuento se llamaba así, y cuando pasé el título al libro, el cuento cambió de nombre. Me gusta porque parece una frase a la que le falta algo. ¿Qué es eso que todos queremos? Valen todas las respuestas, y vale leer el libro para encontrar la frase. Me gusta que el título invita, tira un misterio, y funda un nosotros que puede incluír a los lectores. Abre una pregunta. Me resulta atractivo. Barthes decía esto de que los títulos tienen una función aperitiva: tienen que darte ganas de comer.

¿De qué temas te nutriste para escribir cada relato?
Más que de temas, creo, me nutrí de detalles. De percepciones. Imágenes que se aparecían en mi camino, un árbol lleno de hongos a la vuelta de mi casa, una madre y su hija haciendo mermelada, el recuerdo de una perra, un comentario de alguien, una anécdota contada por una amiga, elementos que pesco con la red, con el mediomundo narrativo, con el detector de relatos. Hay algo de lo que hablamos en mis talleres a veces, la idea de entrenar lo que llamamos el nervio relatoso, ese séptimo sentido, o lo que sea, que te da la señal de que por ahí hay algo. Esos hilos que la vida te deja servidos para tirar, puertas misteriosas. No escribo sabiendo sobre qué escribo. No me gusta la idea de escribir sobre cosas, de ponerme por encima de las cosas. Me gusta más la idea de escribir acerca de cosas, de acercarme a las cosas. Pero nunca llegar. Acercarme al otro, pero nunca llegar. No definir, no creerme que puedo entender el mundo, a las personas, sacarle la ficha a la gente, calcular causas y efectos definitivos para los acontecimientos, pretender ver de lleno y de una vez la motivación que mueve a alguien a hacer algo, pretender alcanzar el fondo del asunto. Me gusta dejar que las cosas se me escapen, que narrar sea más un intento que un logro. No matar el misterio. No arrogantear con que puedo saber de qué hablan “mis” cuentos. Dejar que las historias hablen, que las obras digan más de lo que yo puedo, quiero o me imagino que pueden decir. No intentar controlar el sentido de las cosas. Un alemán, nunca recuerdo su nombre, dijo: “la obra es siempre más inteligente que el autor.” Así que más que nutrirme de temas, me dejo excitar por percepciones, curiosidades, y los temas van apareciendo, se van tejiendo solos, con el tiempo, los elementos entran a relacionarse, hacen chispa entre sí, y yo me pego unos viajes tremendos, me sorprendo mucho de lo que aparece, cómo se van sumando capas, cómo los ingredientes colisionan y se funden y se combinan de maneras insospechadas. Es maravilloso, el mundo se vuelve mil mundos. Los acontecimientos dejan de ser una sola cosa, cada cosa es muchas cosas. Y además disfruto mucho el trabajo formal, la musicalidad de la frase, la plástica de los párrafos, la escritura como un esculpido. Algo de dejar que el sonido de las palabras dicte sus posibles sentidos. Dar forma a los objetos pero no a lo que significan.

¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
En Chispa hay bastante coincidencia, es uno de los que a mí más me siguen cautivando, y uno de los que más me menciona la gente. Hay algo en el viaje de ese relato que me conmueve, el personaje de Rocky, que intenta, que quiere, que tiene buenas intenciones y a la vez hace cosas rarísimas, y nos lleva por unos caminos entre oscuros y absurdos y todo, parece, por amor. Me sigue sorprendiendo y conmoviendo. Y me sorprende que sea el más elegido por la gente que me hizo comentarios. Me gusta mucho escuchar lo que leen los otros. Sobre todo porque son textos que no tienen un sentido único y cerrado, claro, evidente, entonces me divierte ver qué leen los otros.

¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Peces de Ciudad?
Cuando se acercaba el fin de 2015 vi que dos editoriales chicas abrían un concurso y terminé el libro, lo apuré, para mandarlo. En marzo 2016 me dijeron que no había sido elegido así que me puse a buscar editoriales. Apareció la posibilidad de publicar con la gente de La Libre, la librería de San Telmo donde doy algunos talleres, ellos me ayudan y apoyan un montón. También en ese momento tuvimos un proyecto con un grupo de armar una editorial. El proyecto no se desarrolló, pero me permitió asomarme un poco en el mundo de las pequeñas editoriales. Conocer algunas personas. Hice una lista y empecé a mandar mi libro y las editoras de Peces de Ciudad, Mariana Kruk y Soledad Blanco, respondieron que estaban interesadas. Así que ahí me mandé.

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
No sé si tengo objetivos, sí tengo deseos, ideas que me pican, entusiasmos. Por ejemplo, quiero armar un congreso, por poner una palabra pomposa, de escritores de narrativa que además de escribir dan talleres de narrativa. Me interesa mucho el vínculo entre la docencia y la práctica personal. Los talleres como espacios de investigación. También me atrae mucho la escritura colectiva. Ahora estoy escribiendo un guión con un amigo, por ejemplo, y en mis talleres propongo mucho el laburo grupal, las mentes entran en resonancias locas y aparecen cosas que de la individualidad no surgirían jamás. Por un lado, quiero publicar, que mis cosas se lean; por otro, no me importa tanto. A veces me tiro a tomar sol y me doy cuenta de que no necesito más que eso. A veces aparecen fantasmas del ego, por decirlo así, y exigen logros, nombramientos, reconocimientos. Cuando sucede, dialogo con los bichos y nos organizamos para recordar que lo que importa, lo que yo elijo que me importe, es el viaje, la exploración, el juego, disfrutar, investigar. Disfruto muchísimo dar los talleres, acompañar a los alumnos y alumnas en sus viajes de exploración, proponerles caminos. También me estoy juntando con escritores de por acá a charlar, me gusta mucho compartir el entusiasmo por el arte narrativo, compartir miradas. Explorar las posibilidades de la narración. También estoy preguntándome mucho, y escribiendo algo, acerca de la relación entre la narrativa y la experiencia. La experiencia como una narrativa, cómo nos contamos el mundo, la vida, cómo nuestras vidas son tejidos de relatos, cómo construímos experiencia con las palabras, cómo la experiencia vital está ligada al lenguaje, a las creencias, a las formas de ver las cosas, los paradigmas, el pensamiento. Me interesa mucho esa investigación, la relación entre vida y narración.

¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Tengo otro libro de relatos bastante avanzado, tal vez para publicar en 2018. No hay apuro, son textos complejos, con muchas capas, que necesitan tiempo. Y disfruto de darles ese tiempo. Algunos cuentos ya llevan más de un año de laburo, y es impresionante cómo van creciendo, cómo se van densificando, engordando, abriendo. Es hermoso el proceso de escritura. También estoy escribiendo un guión de un largometraje con un amigo actor, y bocetando algunos guiones para cortometrajes, el cine me está llamando mucho, también cierta zona de la ciencia ficción. Con Peces de Ciudad estamos por publicar, en mayo o junio de 2017, un libro de antología de relatos de alumnos de mis talleres. Y mientras escribo mucho en mi blog, cosas más veloces, reflexión, teoría, crónicas... Y estamos por estrenar una película que escribí y dirigí, Escenas de una fiesta rota, y también sigo actuando y haciendo teatro.


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