martes, 13 de octubre de 2009

Concepción "China" Zorrilla: "Me enamoré de Buenos Aires"




A lo largo de su carrera ha participado en numerosas obras de teatro, películas y programas de televisión, y en todos los ámbitos, Concepción “China” Zorrilla se ha destacado ampliamente. Nacida en Uruguay, hace más de treinta años que vive en la Argentina, país del que dice que se enamoró y nunca más pudo abandonar. Desde sus inicios en el teatro independiente en su querido Uruguay hasta el presente junto a Carlos Perciavalle con la obra “El diario privado de Adán y Eva” ha tenido trabajos muy recordados.

¿Cuándo comenzó su vínculo con la actuación?
Mi comienzo se da desde que tengo uso de razón. Yo desde chica me aprendía de memoria los versos más cortos. Recuerdo que a mí me asombraba que mi abuelo, que era el poeta Juan Zorrilla de San Martín, decía mientras yo recitaba que le iba a dar el gusto que no le habían dado ninguno de sus catorce hijos. Mi abuelo siempre me decía “vos vas a ser actriz” y para la época era como si me dijera que iba a ser prostituta. Mi padre le decía que no me dijera eso. Cualquier cosa que se festejaba en mi casa y mi mamá ponía un cartel que decía “Show de China: Esta noche”. Hacíamos sketchs familiares. Yo tengo 87 años, es decir, lo que te digo pasaba hace 80 años.

¿Cómo fue la experiencia de vivir en París?
Mi padre era escultor y por su trabajo fuimos a vivir a París. Yo tengo una foto en la que estoy en la cuna y en el fondo se ve “El Arco del Triunfo”. Mi mamá sacó la foto sin darse cuenta. Le debo a París, entre otras cosas, el idioma. Fue el primer idioma que hablé.

También vivió en Londres.
Si, fui en barco, en avión no, todavía tengo miedo de volar. Iba a ir con una parienta lejana pero al final ella no quiso ir. Yo tenía 24 años y mi mamá no podía creer que fuera sola. Llegué a Londres por una beca para estudiar inglés. Recuerdo que una vez nos echaron de un cine, a mí y a cuatro estudiantes. Estábamos en un cine y de repente pasan una imagen de Hitler y nos pusimos a silbar. Nos sacaron del cine por eso y la persona que nos sacó nos preguntó qué nos había hecho Hitler a nosotros y le respondimos, a ustedes les hizo. Imagínate. En Inglaterra tienen un fair play que me ayudó a amarlos hasta hoy. En esa época ahorraban hasta la luz, había mucha pobreza posguerra, apagaban las luces en la calle pero nunca tuve miedo. Me sentía protegida.

¿Luego regresó a Uruguay?
Si, volví a Montevideo en dónde hacía teatro independiente, no ganábamos un mango. Teníamos otros trabajos con los que pagábamos los decorados y los vestuarios. Mientras estaba en Europa, habían armado en Uruguay una compañía de treinta actores. Entonces cuando volví, me llamaron. A partir de ahí tuve una rutina de hacer teatro de martes a domingo.

Hizo muchas obras importantes.
Si, hice muchas cosas de García Lorca, también de Shakespeare, mucho repertorio clásico.

En su país también se desempeñó como periodista, ¿qué recuerdos tiene de eso?
Yo estaba viviendo en España y mandaba cartas. Todo empezó cuando un día mi mamá, que era papelonera como toda madre, en una reunión dijo que mi última carta había sido muy graciosa. En esa reunión estaba el director del diario “El país” de Uruguay y mi mamá le leyó la carta. El director me llamó y me dijo que si le mandaba una carta así por semana, me iba a pagar y la iba a publicar. Así me transformé en corresponsal del diario. Y así fue, “Concepción Zorrilla escribe para el país”. Después, cuando regresé a Uruguay hice periodismo y fui la conductora de un programa de televisión. En un programa estaba junto a mi papá, se llamaba “De padre a hija”. Mi papá era estupendo, mis amigas iban a casa para que papá les contara alguna historia.

¿Cómo se dio su llegada a Buenos Aires?
En el `71 me vine a la Argentina a filmar la película “Un guapo del 900” dirigida por Lautaro Murúa y me enamoré de Buenos Aires. Los argentinos están acostumbrados a Buenos Aires pero la gente que viene de París o de Londres queda deslumbrada con la ciudad, es divina. Me gustó salir de Montevideo, donde todos nos conocíamos, y ver si podía estar en un lugar más masivo. Cuando llegué a la Argentina empezaron las propuestas de la televisión, películas y me fuí quedando.


¿Cómo conoció a Carlos Perciavalle?
Nos conocimos en Estados Unidos, yo ya estaba instalada allá. En Brodway hicimos la obra “Canciones para mirar”, con canciones de María Elena Walsh. En ese momento había salido una nota en la revista Life porque había sido un gran éxito. Fueron a ver el espectáculo y nos sacaron fotos, cuatro páginas de la revista con las fotos más divinas de Carlitos y yo. La obra la hicimos primero en Nueva York y después la trajimos a Buenos Aires. En el teatro había un cartel que decía The Beatles a las 18 hs y luego Zorrilla-Perciavalle, ¡yo quería ese cartel! Hasta el día de hoy, cuando llega mi cumpleaños me regalan muchos discos de Los Beatles.

Cuénteme de su primer trabajo teatral en Buenos Aires.
Fue en la obra “Las mariposas son libres” junto a Susana Giménez y Rodolfo Bebán. Ana María Campoy se iba y yo la reemplacé. Desde ese momento quedé muy amiga de Susana Giménez que es una mujer muy simpática. Le escribí para muchas comedias que hizo. Tenemos una amistad divina.

¿Qué puede decir de la película “Esperando la carroza”?
“Esperando la carroza” es una genialidad y se le debe a Jacobo (Langsner) un homenaje porque la película se convirtió en un clásico sin decir ni una sola mala palabra, sin ningún chiste con doble sentido. Jacobo es uno de los autores más indiscutidos. Voy por la calle y la gente me cita frases de la obra. Era una producción humilde y fijate después el elenco que se formó.

¿Por qué no estuvo en la segunda parte de la película?
Porque no me gustó. No tenía nada que ver el libro con la primera parte y yo le tengo mucho miedo cuando viene la segunda parte de un éxito. En el mundo del espectáculo, muchas veces, los éxitos no tienen explicación.

Otra película importante fue “Elsa & Fred”.
Esa película es muy linda y lo lindo era lo arriesgado que era porque contaba la historia de amor de dos viejos de ochenta años. Era muy tierna, tenía mucho humor. Ese viejo vive, a veces me llama por teléfono o lo llamo yo a él. Debe tener más de noventa años, vive en Madrid. Fue un gran éxito en España.



Usted es una persona que siempre tiene muchas anécdotas, ¿podría contar alguna?
Yo un día iba en un taxi, me llevaba un tachero joven, buen mozo pero que estaba de malhumor, entonces le pedí que me contara lo que le estaba pasando. Me contó que había pedido un dinero prestado y que no podía devolverlo porque se lo había gastado. Le respondí que yo se la prestaba, justo tenía ese dinero en la cartera, me respondió que no tenía porque prestarle la plata. Entonces le contesté que era grande y que yo con mi plata podía hacer lo que quisiera. Le terminé dando la plata y pensé que ese dinero lo tenía que dar por perdido. Ni siquiera me había preguntado si yo era China Zorrilla, calculo que habrá ido a ver alguna de mis películas. Pasa mucho tiempo y recibo una carta que decía “Estimada China, querría invitarla a almorzar” y yo me preguntaba quién podía ser ese admirador y aparece el tachero. Me toca el timbre y me lleva a almorzar a su casa, un conventillo divino, muy prolijo, un corredor largo y al fondo un comedor muy lindo. Comimos una carne muy rica y un postre de dulce de leche. Me despide diciéndome muchas gracias China y me devolvió la plata. Increíble. Este cuento es importante porque en principio la gente es desconfiada. Cuando alguien pide porque tiene un chico enfermo en el hospital, la gente desconfía, ¿y si es verdad?

¿Qué está haciendo actualmente?
Estamos haciendo por enésima vez la obra “El diario privado de Adán y Eva” con Carlitos Perciavalle. Vamos a continuar con la obra haciendo gira por el interior y la idea es ir a la costa en el verano.

¿Qué opina de la televisión actual?
No me gusta mucho, no es que sea malo lo que hacen pero pongo la televisión y no sé si me da vergüenza o me da lástima. Creo que se hacen pocas cosas buenas. Yo soy televisiva. A veces hay cosas realmente buenas como por ejemplo el programa “Tratame bien” en el que está Julio Chávez. Es buenísimo ese programa. Está tarde, una vez por semana y sin embargo la gente lo sigue. Soy público incondicional de la televisión.

4 comentarios:

  1. Mauro gracias por visitar mi blog. Me parece muy original el nombre de tu bitácora. Un abrazo y estamos en contacto.

    ResponderEliminar
  2. China tiene un carisma que está fuera de toda edad biológica, creo que es inigualable!
    gran nota!
    saludos!

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Fabián.
    Quedamos en contacto, saludos.

    Mauro

    ResponderEliminar
  4. Gus, coincido con vos. Tiene carisma, es agradable y con un talento increíble.
    Muchas gracias por comentar. Ya firmé en el blog que me recomendaste, lo seguiré con frecuencia.
    Saludos!

    Mauro

    ResponderEliminar